CRONICA FELIZ DE UNA ESTADIA ANUNCIADA

Fue la semana pasada y aun me parece que esta sucediendo, se me aviso que llegaría mi nieta a dormir conmigo, pero fue todo un maravilloso milagro. Quizás porque en esos días había estado algo deprimida.

Yo estaba pues con el corazón dispuesto pero ese día todo fue diferente, repentinamente un torbellino de luz, color, movimiento, risas como campanitas, irrumpió en el jardín y me sentí como Dorothy en el Mago de Oz, arrebatada por el remolino, que me envolvió y de pronto se detuvo pero con toda su luz brillando y las campanillas de risa ahora decían abuelita, abuelita.

Suspire y vi el rostro feliz de Ana Isabel rodeado de esa hermosa mata de cabello rebelde, alborotado y que oculta y deja ver el diamante de su mirada alternativamente.

Me dije, se acabo el milagro, pero no, la magia es mi nieta, tanto en calma, como pocas veces está, como en bullicioso alboroto. Así que no supe ni como estaba de nuevo arrebatada y no muy consciente, se que ella se dirigió con paso seguro a mi-nuestro dormitorio, acomodo su ropa en su estante, sus juguetes en la parte que le toca en el mueble de música, salio luego con el bolso de su nana para acomodarlo en el dormitorio en que la Nana dormiría.

Esperen no he hablado, es que no me ha dejado hacerlo, no he hablado de Estrellita, la perrita que acompaña a Ana Isabel y que es tan inquieta, traviesa y revoltosa como ella, y pareciera que desea ser tan cariñosa como mi nieta, pero a su perruno modo. Estrellita lucia un vestido rojo con una estrella brillante estampada, Estrellita era parte del barullo que me atropello al entrar.

Digo yo que ser abuela es un estado de gracia, pero también es un estado de estupor, las cosas van pasando rápidamente y una ni cuenta se da, Anita pidió chocolate, tomo “rojita”, tendió sus juguetes sobre mi cama y en ese momento sentí que mi cuerpo me gritaba que me acostara un momento, vi un trocito de mi cama desocupada y me recosté comenzando a acomodar huesitos al descanso.

Que va descanso!!, Estrellita vio la oportunidad de demostrarme su cariño y de un salto subió no solamente a la cama sino a mis piernas y luego trotó rauda sobre mi panza hasta zambullir su hocico frió ente mi cuello y oreja para darme lambeteos sorpresivos. Me dije a mi misma ¿esta soy yo?, con una perrita encima sacudiéndome su simpatía, me di cuenta que cubrí mi rostro con las manos, pero la magia de una risa feliz, no de la perrita sino de mi nieta me tenían sumergida nuevamente en el Mago de Oz, Estrellita dio por finalizada su demostración de amor y salto al suelo, increíble, en mi boca habían pelos de perro!!!.

Y después no me digan que no creen en milagros, estos suceden si una nieta amada esta cerca tuyo.

Viendo frustrado mi intento de descanso me levanté para dirigirme al sillón reclinable, ¿y quien estaba ahí?, sí, lo adivinaron: Estrellita con su lengua de fuera y ladridos felices.

¿Cómo llego la hora de cenar?, no se, pero ahí estábamos sentadas a la par intercambiando comida de nuestros platos, a la par que Anita cenaba empujaba la silla de enfrente con sus piecesitos y tumbaba la botellita de agua, la suya, la especial. Siguió a una entrometida hormiguita que osó subirse a su mantelillo hasta que su dedito la aplasto castigando su osadía. Y entre platicas, risas y no muy elegantes formas de estar a la mesa terminamos de cenar.

Yo me sentia llena de burbujas, ¿que si estaba rendida? definitivamente si, pero intensamente feliz. El día terminó con los preámbulos de prepararse a dormir, y llego la magia de nuevo. Ella tomo su “pacha secreta” y luego se acomodo dándome la espalda, pero pegándola a mi pecho, tomo mi brazo y se lo envolvió en su cuerpeo, me pidió quedito que le repitiera por favor aquello que le dije una vez que ella era lo mas importante de mi vida, les juro yo estaba en el cielo cuando se lo repetí, luego mas bajito me pidió si también podía decirle de nuevo que ella era a quien mas amaba en toda mi vida, se acomodo con la respuesta y de pronto, así no mas zas!, se durmió.

Fue entonces que pude acomodar poco a poco, con aquel ungüento bendito de su presencia, los 208 huesos de mi cuerpo, sobando con su respiración cada uno de mis 650 músculos y me dormí con esa feliz irrealidad tan real que es el milagro que descansaba acunada en mis costillas.

Se me pasó por alto contar, porque no cuentan los inconvenientes cuando vives un milagro, pero esa apreciación y contabilidad de músculos y huesos tuvieron su causa en mi aparatosa caída de la que mi nieta se siento absolutamente culpable porque me resbale en un “pipí” que dejo regalado Estrellita. A la culpa se unió la visión de sangre saliendo de mi codo, y como ella es hija y nieta de desmayadores de oficio, algo que llaman muy cientificamente “sindrome vasovagal”, antes de levantarme del suelo estuve dirigiendo la secuencia a seguir para que reaccionara mi nieta, la nana la acostó con la cabecita mas baja, luego le indique la maniobra de tomar sus piernitas y subir sus rodillas sobre el estomago una y otra vez, en operación bombeo y luego la también mágica “rojita” con su exagerado dulzor. Después que la niña tomó color y estuvo convencida de que no había culpa de su parte, procedí al lento y cuidadoso procedimiento de levantarme del suelo, cuyos detalles no pertenecen este relato.

Nos amaneció con el sol entrando por mi ventana como cada día, pero esta vez era un sol que sonreía y reía y daba besos, se desperezaba y rápidamente comenzó la rutina que jamas es rutina de otro día con mi nieta.

Se repitió el desayuno y almuerzos poco formales pero muy divertidos (recuerden que las mamás educan, las abuelas consienten).

El baño tardío y alborotado donde intercambiamos ayuda, yo le lavo su hermosa cabellera con todo el primoroso juego de tocador que siempre la espera en mi casa, y ella lava mi espalda enérgicamente con un cepillo, esponja, tohallita, mucho jabón y risas.

Durante el día hubo desfile de modas de nieta y mascota, con los mas coloridos, lucidos y modernos atuendos, creo que la próxima vez necesitará mas equipaje porque también usó los trajecitos que ya ajustados le aguardan en mi, digo su, closet.

Fue a pasear a Estrellita con mucho orgullo, me pidió mi tarjeta de crédito para comprar chucherías, con esas mismas palabras, porque en su paseo iría hasta el super del barrio donde abundan chocolates, sorbetes, galletas y demás antojos infantiles. Aquí una lección de economía practica: las tarjetas no puede firmarlas ella aunque todos sepan en el super que es mi nieta, al fin aceptó dinero en efectivo con la difícil explicación de como ese dinero es igual al plástico. Dio a la Nana el dinero y con mucha seriedad tomo un papelito donde le anote el nombre de un medicamento que me hacia falta y que podía encontrar en el mismo lugar que los dulces.

De los pueblos felices se dice que no tienen historia, las abuelas felices tampoco la tienen, y es que todos los días son de fantasía, quizás se vive a como se califican las obras de Nicolas Guillen o García Marquez, en un realismo mágico, o como yo le llamo en un estado permanente de gracia.

Y esta es la crónica no de una muerte anunciada como titula Gabo su cuento, sino de un viaje a la felicidad anunciada.

Managua, 15 de Julio del 2009
María Elsa Vogl

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One Reply to “CRONICA FELIZ DE UNA ESTADIA ANUNCIADA”

  1. Que linda anecdota. Magica. No podia mas que aspirar pues temia apagar las velas del queque descrito de una manera tan preciosa. Ascendi el arco iris leyendo tu experiencia y me deslise por el otro extremo contigo, tu nieta, el perrito, sus juguetes, su ropa, la Nana, la posesion de tu (su) cuarto, tu (su) ropero, el “accidente” del perrito en el que te deslizastes, confidencias de intimidad y quedarse dormidas, para volver al torbellino delicioso por la manana. La magia de ser abuelita. Un abrazo, Marilyn

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