I
Creemos oportuno comentar sobre estos primeros primeros días de Noviembre, dada la reciente ocasión de celebrarse en nuestra tierra el día de los difuntos y en Estados Unidos la fiesta de Halloween, sin dejar pasar la celebración de la Calaca en México, con toda su imaginería de calaveras y esqueletos dulces y floridos.
Sobre Halloween, Juan Gabriel Vásquez escribió en un diario español, un comentario sobre las admonitorias advertencias del obispo de Guadalajara, Monseñor José Sánchez, quien rechaza la funesta invasión de costumbres paganas en nuestras hispánicas y católicas sociedades.
II
Al mencionado obispo le preocupa que el “rito importado”, Halloween, acabe “desplazando costumbres arraigadas y beneficiosas”. Irónicamente Vásquez señala que son tan importados a España los ritos cristianos como los ritos norteamericanos y se pregunta si solo serán beneficiosos los importados de Roma.
Así que el extranjero Halloween, nacido del culto celta a los muertos, debe ser combatido por ser intrínsecamente demoníaco. Igualmente demoníacas y vergonzosas le parecieron a los conquistadores españoles nuestras costumbres y rituales mortuorios, y por supuesto más aún nuestros cultos calificados de idólatras y los sacrificios a los dioses paganos (los nuestros).
II
Los comentarios sobre lo dicho por el prelado español, lleva al escritor Vásquez a criticar la alusión de “no fomentar la muerte” expresada por una Iglesia “que está toda montada alrededor de un muerto ( Cristo ) y de la idea de que la culpa la tiene toda una raza incluidos los niños y para toda la vida”.
Y agrega “Me pareció raro que hablara de cómo los niños se “abren a la vida” una Iglesia que los considera impuros desde su nacimiento (manchados con el pecado original de una pareja que en mala hora se comió una manzana), una religión capaz de inventarse algo tan horrible como el limbo de Tomás de Aquino para mandar allá a los bebés que se mueren sin bautizo”.
Pareciera que eso de alabar la muerte como el descanso eterno, la única forma de alcanzar el cielo, la eterna felicidad y el considerar el placer en casi todas sus formas como pecado, son conceptos sospechosamente contradictorios con la vida.
IV
En México y Centroamérica antes de la conquista, ya celebrábamos el día de los difuntos coincidiendo con las fechas cristianas del 1 y 2 de Noviembre.
En las etnias nahualt, puerepacha, mexica, maya, se celebraba un largo festival en recordación de los muertos y la muerte no tenia la connotación moral de premio o castigo que trajeron los cristianos, mas bien se calificaba el destino del difunto por la forma de morir y no por la forma de haber vivido.
El sincretismo cultural hizo del día de difuntos una fiesta que logro la calificación de la UNESCO como “Obra maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. La posterior caracterización de la diosa Mictecacihualtl en “La Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada, se unió a las calacas de dulce, fiesta de los niños y recordación de los muertos.
V
En nuestra tierra pinolera, se mezcla el respeto cristiano por la muerte con algo de la antigua celebración festiva, así vemos que el día primero de Noviembre los cementerios se ven invadidos de personas que llegan con sus herramientas, flores, adornos de papel y también sus morrales de comidas y bebidas para pasar el día y arreglar las tumbas. El día dos también se desbordan los cementerios con familias que van a regar y rezar las tumbas y pasar otro día al lado de sus muertos.
No faltaran algún que otro rosario desgranados a la orilla de la tumba dirigido por la fervorosa anciana de la familia que pone el toque cristiano y encomienda las almas para su viaje al cielo o pidiendo por su salida del purgatorio.
VI
En la zona andina desde antes de la llegada de los españoles también se celebraba en Noviembre el mes de los difuntos, “mes del lugar de los espíritus”. Se cuenta que los cuerpos eran sacados de sus tumbas para que participaran con los vivos de los festejos, les ponían en andas, les vestían con preciosas vestiduras, les adornaban con plumas y vivos con difuntos bailaban y comían juntos. El objetivo era que la gente les recordara con la viva expresión que en vida tuvieron, lo que lograban con las maravillosas técnicas de conservación que tan magistralmente manejaban.
Hoy también llegan a los cementerios los días dos de noviembre, pero ya no sacan a sus muertos, hoy llevan panes de maíz blancos y alimentos blancos, se reparte ceremonialmente la coca y llevan flores de papel donde predomina el morado, color considerado espiritual.
VII
De todos conocidos es el culto a los muertos en el Antiguo Egipto, que nos legaran los monumentos más antiguos y asombrosos de la civilización.
Estos ritos son formas de sentir que preservamos la vida en la otra vida, para recordar a los vivos que existieron sus predecesores, para calmar los espíritus inquietos o vengativos, para atraer paz a quienes se fueron antes y un poco también para asegurarnos nuestro lugarcito a la par de quienes, según muchas creencias ya “gozan de mejor vida”.
VIII
La vida y la muerte en un concepto amplio son un complemento. El universo es todo cuanto existe, incluye todo el espacio, tiempo, materia y energía conocida y por conocer. Es desde el átomo mas pequeño hasta la mas grande galaxia y no obstante pareciera que todo el universo está regido por las mismas leyes básicas.
Creemos que en nuestra época de globalización, aspiración universal y rapidez de comunicación, hablar peyorativamente de culturas importadas, es quedarse en los tiempos en que Galileo fue forzado a decir que una verdad científica, que la tierra se movía, era mentira.
Las declaraciones excluyentes de un sacerdote católico, sobre una actividad cultural, no representan el amplio sentir del catolicismo que por su definición y raíces es “universal”.
Managua, despidiendo al huracán Ida a inicios de Noviembre del 2009
Neville Cross y María Elsa Vogl
Miembros del Centro Nicaragüense de Escritores