DE LOS JUEGOS DE HOY (O EN LOS BUSES)

I

Han salido a recorrer las calles de Managua las nuevas unidades de transporte urbano, blancos, inmaculados, color de ambulancia, todavía limpios y como decía un articulista recientemente, aún no llevan los ominosos rótulos en dorado diciendo DIOS ES MI GUIA con una figura femenina escasamente vestida dibujada bajo la frase.

Lo que sucede antes, en y después de montarse a una de estas modernas unidades o a una de las destartaladas de antes, son muy similares a nuestros juegos de cuando éramos chavalos.

II

Sucede que los buses tienen la característica, o más bien los choferes tienen la manía de no estacionarse en el lugar señalado para tal fin. Más ordenados los presuntos pasajeros aguardan bajo el inclemente sol, donde queda “la parada”.

Ahí comienza el juego de adivina quien viene, todos los esperanzados usuarios estiran el cogote tratando de adivinar si el bus que asoma a la distancia es el de su ruta o no, y ahí mismo comienza el otro juego, estar listo para correr si el bus que llega es de tu ruta.

III

Pero no es solo alistarse a correr, sino hacia donde correr, porque al conductor le puede dar la gana de estacionarse antes, después y a lo mejor en el propio lugar de la parada. Así que los abordantes pasajeros puede que cojan impulso para adelantarse al bus porque creen que se detendrá más adelante y a media carrera virar violentamente y correr en sentido contrario porque se detuvo antes de llegar. Lo que conocimos como el juego del “pegue corrido”

En el sitio de la parada, las pocas personas que caben entre las batellas con frutas, las panas con cigarrillos al menudeo, dulces y chicles, empujan a los distraídos compradores para saltar al pescante. Es como un ballet del “Cirq du Solei”, donde todos estos personajes se mueven en una danza inverosímil, lo que no quita que algún viejito de cansino paso no llegue a la puerta o quede guindado de ella.

IV

Se parece mucho al pegue-corrido de nuestros tiempos solo que en este trajín diario de varias veces al día, el peatón que busca ser transportado se juega la vida al abordar y al bajar. Porque al mismo tiempo que las personas suben por la puerta delantera, el ayudante grita “avancen para atrás” y los viajeros van saliendo como chorizos de una fábrica que saltan en esa parada, o a los que hicieron saltar.

Con suerte los que salen aterrizan sobre sus dos pies, o uno y medio y con demasiada frecuencia no ponen ni un pié en el suelo, sino toda su dolida humanidad, algunos quedan vivos en este juego.

V

No queremos ser inhumanos y desconsiderados con nuestro pueblo que además de todas estas peligrosas aventuras todavía tienen que pelear porque no le aumenten a la tarifa. Pero una hermana nuestra que sufre a diario estas experiencias y que tiene un especial sentido de humor para las dificultades de la vida, nos hizo una detallada narración de sus viajes diarios.

Es casi como si el Apollo 11 estuviera nuevamente en peligro de no regresar y nuestra hermana apela a toda su experiencia adquirida en los juegos de niñez y en los empujones de hoy para develar la tragedia humana de llegar con vida al final de cada viaje.

VI

Una vez alcanzado el primer objetivo que es entrar al bus, uno juega al balancín colgado de la barra porque eso de alcanzar asientos es cuestión como de sacarse la lotería, acelera el bus y allá va la humanidad de uno lanzada hacia atrás asiendo la barra y tropezando con otras manos que también están asidas fuertemente. Frena el bus y allá vamos todos hacia adelante en una masa compacta. Para mientras uno no sabe si el brazo que va en medio es el de uno o es del pasajero que va adelante, atrás o a tu lado. No es de extrañar alguna pierna que creíste era la tuya pero resultó que era de otro avezado pasajero que aprovechando el apretujamiento logró colar la suya entre tus piernas. Jugamos “al molote”.

No ignoramos tampoco los toqueteos no deseados y que al fin no averiguamos si era que se estaban agarrando para no caerse o aprovechando la ocasión para una fugaz aventura sexual.

VII

No hemos mencionado aún el juego “policías y ladrones”, aunque por lo general son solo ladrones los que juegan, los pasajeros son las víctimas y no hay policías. Ladrones quienes con filosa verruguilla o sierra afinada con mortal filo, o “gillet”, tasajean bolsos, mochilas y hasta bolsillos de pantalones para hacerles más liviana la carga a los usuarios despojándoles de celulares, billeteras o dinero.

Se dice que supuestamente algunos choferes e incluso dueños de buses, permiten la acción de los ladrones por temor, otros por estar coludidos y sirven de tope a los maleantes, que tienen su propio juego de sube-y-baja, ellos suben, roban y bajan con lo robado, botines a los que se les ha dado el nombre de “bajines” en escaliche. Si algún valiente pasajero trata de entrar al juego como policía, puede caer ahí mismo con la verrugilla hundida en su humanidad, ¿y los verdaderos policías?, Ellos no suben a los buses.

Hay avezados pasajeros que no se dejan confundir por la pinta de trabajadores o estudiantes con que los ladrones se camuflan y van ojo al Cristo para no ser partícipes involuntarios de este peligroso juego.

VIII

¿No hemos mencionado la música?, para tanta movilidad se necesita una música que alegre o maltrate al pasajero, al compás de quebraditas y norteñas que desgañitan radios garrasposos elogiando la bondades y tragedias del México norteño y calamidades de las “mulas” atrapadas por la DEA, o de los paisas deportados por la migra. Suenan también regges de libidinosas letras.

No sabemos bien como, pero hay pasajeros de la tercera edad, quizás deberíamos decir hasta de la cuarta o quinta edad que se atreven a estas alturas a viajar en buses, así como discapacitados visuales o motores que adivinando o brincando o arrastrándose, suben, se mantienen y bajan, ¿y recuerdan el pegue corrido de las paradas?, por eso decimos que no sabemos como lo hacen, son como atletas olímpicos.

IX

No queremos contarles, por vergüenza propia y risa ajena, como nos fue a nosotros en nuestro afán de investigar a fondo los artículos que les ofrecemos. Lo que podemos decirles es que los “chelitos”, como de inmediato nos apodaron, no son muy bienvenidos a bordo. No sabemos si también nos calificaron de “culitos rosados”, que parece ser el mayor insulto hoy en día.

Lo que de veras deseamos es que este martirio diario, que aún dicho de manera jocosa no deja de ser un martirio, sea mejorado, no solo por el gobierno que se supone vela por el bienestar común, sino también por los dueños, conductores de buses, sus ayudantes, los responsables de poner el tiempo a las rutas y por aquellos pasajeros que usen el bus para cualquier otra cosa que no sea viajar a su destino.

Managua, bajo lluvias de Septiembre del 2009

Neville Cross y María Elsa Vogl

Miembros del Centro Nicaragüense de Escritores

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One Reply to “DE LOS JUEGOS DE HOY (O EN LOS BUSES)”

  1. El problema del transporte en el país un problema de nunca acabar, hasta el momento todos estamos de acuerdo que se debe resolver pero nadie como resolverlo. Mientras tanto, seguirán acumulandose relatos como los que a cuatro manos nos han contado en este artículo.

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