DE SEÑOROS Y SEÑORAS

I

Después de leer y hasta escribir sobre los problemas financieros que ahogan al mundo, y encontrar que se ven  pocas salidas aunque algunos más optimistas dicen que el panorama no es tan oscuro como lo pintan, parafraseando a nuestro Inmortal Rubén, decimos: y si contáis con todo os falta una cosa: el  humor.

Y entonces nos encontramos con gran cantidad de artículos, pronunciamientos, noticias, etc. sobre el uso de palabras en masculino y femenino.

II

La elección de la Señora Chinchilla como Presidente de Costa Rica alborotó los comentarios y aún a sabiendas que entramos en un peligroso terreno, nos arriesgamos a las críticas del feminismo (¿o feminisma?)  y de feministas más ardientes y de algunos sesudos escritores que buscando el desarrollo más rápido del idioma, se sacuden la estricta camisa de la Real Academia de la Lengua.

Que Dios nos coja confesos pero de antemano enfatizamos que no somos preciosistas del idioma, ni expertos gramáticos, ni mucho menos machistas, ni machistos, por lo que esperamos que acojan con humor nuestras observaciones.

III

Nos alienta que coincidimos frecuentemente en este tema con grandes estudiosos del idioma, hemos leído devotamente la gustada columna de Doña Inecita hablando del idioma, a don Roger Matus y su instructiva columna y leído algunas observaciones y  algunos artículos de la Insigne Maestra Doña Floricelda, que nos legara la minuciosidad de una correctora de textos, “policía del idioma”

Con todo los riesgos, abordamos estas cuestiones “de sexo” en contra de quienes insisten en llamarlas cuestiones de género, y que influyen en que nuestro idioma en vez de irse agilizando haya dado un paso atrás. Y que los y las  comunicaciones se hayan vuelto más obtusos y obtusas.

IV

Conocemos que gramaticalmente una presidente es una mujer que preside y una  estudiante es una mujer que estudia  pero entonces y si de política se trata deberíamos  llamar al varón presidento y a la dama presidenta (¿o varón presidente como leímos recientemente?).

El iniciar una intervención pública “políticamente correcta” se hace de larga introducción dependiendo del público,  (¿o será del público y de la pública) al que nos vamos a dirigir,  pues tendríamos que decir: Señoros y Señoras, niños y niñas, adolescentos y adolecentas, trabajadoros y trabajadoras, compañeros y compañeras y así sucesivamente. Y no sabemos si hay que poner primero el femenino y después el masculino.

Y no es invento, lo hemos escuchado y leído frecuentemente.

V

Leímos un rótulo en una oficina publica que ya exageró. Las ciudadanas  y ciudadanos son sujetas y sujetos de derechas y derechos.   Y nos encontramos a un señor que al leerlo protestó diciendo ¿ y por que los nacatamales son de chancho o puerco en  vez de chancha y puerca? y en son de broma agregó “conste que yo  escogería  el nacatamal de pollo porque de polla ni pensarlo”

VI

En nuestro punto de vista el andar buscando las palabras “neutras”  para evitarnos las críticas feministas o el escribir o decir la misma palabra dos veces, una terminada en a y otra en o, hace engorroso el leer, escribir, hablar y escuchar. Y por ende de difícil entendimiento.

Peor aún si hay que poner el incómodo signo de @ para designar a ambos sexos, ¿cómo se lee el arrobo o  la arroba cuando l@ encontram@s escrit@?

VII

En español normalmente se les asigna a todas las palabras un sexo, con independencia  de su realidad sexual. Esta regla es la que nos mete en problemas con la obsesión de como definir el sexo, cuando se trata de hablar de objetos y objetas o de ideos e ideas, etc.

Pero entendemos que hay una realidad sexual, las feministas plantean que si al hablar forzamos la identidad sexual cuando se trate de personas, se iría combatiendo al machismo al quitarle la influencia en el comportamiento social que pueda tener el que muchos plurales tengan terminación masculina, o género masculino para designar ambos sexos. Se dice que nuestro idioma le da preponderancia al sexo masculino.  Como cuando decimos hombres para referirnos a hombres y mujeres o niños para referirnos a niños y niñas.

Quizás sea más importante tratar de educar a todos en equidad y  respeto a las mujeres, a sus derechos y su dignidad, y así el idioma probablemente cambie por el cambio de mentalidad. Creemos que es más fácil hablar según vivimos que lograr que se viva según hablamos.

VIII

Nicaragua es tierra de grandes poetas, somos productores de poetas y poesías mundialmente reconocidas, pero nos rehusamos a decir  poetos y poetas. A nosotros nos gusta el término poetisas, aceptado por la RAE.

IX

Tendremos que decir ciclistos y ciclistas, pilotos y pilotas, piratos y piratas o usar otros  nombres para alejarnos de la confrontación. Creemos que sin ir a contrapelo del buen idioma podemos entendernos, buscando mejor el humor que contradicciones o enojos y enojas sobre este tema.

Managua remojados de lluvias a fines de Mayo de 2010

Neville Cross y María Elsa Vogl

Miembros del Centro Nicaragüense de Escritores.

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